lunes, 27 de abril de 2020

El Elogio de la Sombra. Tanizaki. si


El Elogio de la Sombra
Junichiro Tanizaki (1)


Junichirō Tanizaki (谷崎 潤一郎 Tokio 1886 – 1965  Yugawara) fue un relevante escritor japonés del siglo XX.





Considerado como la piedra angular de la novela contemporánea de Japón, ​ junto a Ōgai MoriNatsume SōsekiRyūnosuke AkutagawaYasunari KawabataYukio Mishima y Kōbō Abe.

En 1949, recibe el premio Orden de la Cultura, u Orden del Mérito Cultural, por el gobierno japonés. ​ 
En 1964, un año antes de su fallecimiento, fue el primer escritor japonés en ser elegido miembro honorario por la Academia Estadounidense de las Artes y las Letras.

El Elogio de la Sombra (1933), es un ensayo que tiene gran fama. 

De la Editorial Siruela, (1994 y 2013) ISBN 978-84-7844-258-4

El elogio de la sombra (陰翳礼讃) es un manifiesto sobre la estética japonesa, escrito en 1933. En él se argumenta que en Occidente la belleza siempre ha estado ligada a la luz, a lo brillante y a lo blanco, y que lo oscuro, lo opaco y lo negro siempre han tenido una connotación negativa. 

Sin embargo, argumenta, en Japón la sombra no tiene una connotación negativa y es considerada como parte de la belleza.

A lo largo del libro explora la relación entre la sombra, lo tenue, el contraluz, en la cerámica japonesa, los tokonomas, la construcción de las viviendas, de las lámparas, de la tinta china y del vestuario del , entre otros aspectos, y cómo la semipenumbra enaltece la belleza de los diseños japoneses.

Algunos apuntes confinados

… En verdad, tales lugares armonizan con el canto de los insectos, el gorjeo de los pájaros y las noches de luna; es el mejor lugar para gozar de la punzante melancolía de las cosas en cada una de las cuatro estaciones y los antiguos poetas de haiku han debido de encontrar en ellos innumerables temas.


“..el refinamiento es frío”, Saito Ryoku (1867 – 1904)

La madera encerada, la madera natural con los años, acaba adquiriendo un bonito color oscuro y su granulado desprende entonces cierto encanto que calma extrañamente los nervios.


Publiqué hace poco en los Bungei-Shunju (revista fundada en 1923 por el escritor Kikushi Kan, en 1935 funda el premio Akutagawa, uno de los premios literarios más importantes de Japón), un artículo en el que comparaba la estilográfica y el pincel; pues bien supongamos que el inventor de la estilográfica hubiera sido un japonés o un chino de otra época. 

Es evidente que no habría dotado a su punta de una plumilla metálica sino de un pincel. 

Y que lo que habría intentado que bajara del depósito hasta las cerdas del pincel no sería tinta azul sino algún tipo de líquido parecido a la tinta china. Por lo tanto como los papeles de tipo occidental no sirven para el uso del pincel, para responder a la creciente demanda se tendría que producir una cantidad industrial de papel análogo al papel japonés, una especie de hanshi (formato de papel japonés de 26 x 35 cm), mejorado, y si el papel, la tinta china y el pincel hubieran seguido este desarrollo…. los caracteres latinos no habrían tenido ningún eco y los ideogramas o los kana (sistema de escritura), habrían gozado de un unánime y poderoso favor. …nuestro pensamiento y literatura no habría imitado servilmente a Occidente…hubiéramos encaminado hacia un mundo original…He querido demostrar que la forma de un instrumento aparentemente insignificante puede tener repercusiones infinitas.

…en el arte de la oratoria evitamos los gritos, cultivamos la elipsis y, sobre todo damos una extrema importancia a las pausas;…en la reproducción mecánica del discurso la pausa se destruye totalmente.

…el papel de Occidente da la impresión de estar ante un material estrictamente utilitario, mientras que sólo hay que ver la textura de un papel de China o de Japón para sentir un calorcillo que nos reconforta el corazón.

Los rayos luminosos parecen rebotar en la superficie de un papel occidental, mientras que la del hosho  (papel japonés de alta calidad, grueso y totalmente blanco), o del papel de china, similar a la aterciopelada superficie de la primera nieve, los absorbe blancamente….nuestros papeles, agradables al tacto, se pliegan y arrugan sin ruido.




…la vista de un objeto brillante nos produce cierto malestar, los occidentales utilizan, incluso en la mesa, utensilios de plata, de acero, de níquel, que pulen hasta sacarles brillo,…a nosotros nos horroriza todo lo que resplandece de esa manera…nos gusta ver cómo se va oscureciendo su superficie y cómo, con el tiempo, se ennegrece todo.

En Occidente, el más poderoso aliado de la belleza fue siempre la luz; en la estética tradicional japonesa lo esencial está en captar el enigma de la sombra. 

Lo bello no es una sustancia en sí sino un juego de claroscuros producido por la yuxtaposición de las diferentes sustancias que va formando el juego sutil de las modulaciones de la sombra. 

Lo mismo que una piedra fosforescente en la oscuridad pierde toda su fascinante sensación de joya preciosa si fuera expuesta a plena luz, la belleza pierde toda su existencia si se suprimen los efectos de la sombra.
  
No es que tengamos ninguna prevención a priori contra todo lo que reluce, pero siempre hemos preferido los reflejos profundos, algo velados, al brillo superficial y gélido…ese brillo ligeramente alterado que evoca irresistiblemente los efectos del tiempo.

“Efectos del tiempo”…en realidad es el brillo producido por la suciedad de las manos. Los chinos tienen una palabra “el lustre de las manos”, los japoneses “el desgaste”, el contacto de las manos durante un largo uso, su frote, aplicado siempre en los mismos lugares.




En el restaurante Waranji-ya de Kyoto, hay reservados…la luz incierta de los candelabros es la que de verdad realzaba la belleza de la laca japonesa….en realidad se puede decir que la oscuridad es la condición indispensable para apreciar la belleza de una laca.

Desde siempre, la superficie de las lacas ha sido negra, marrón o roja, colores estos que constituían una estratificación de no sé cuántas “capas de oscuridad”, que hacían pensar en alguna materialización de las tinieblas que nos rodeaban.

Si no estuvieran los objetos de laca en un espacio umbrío, ese mundo de ensueños de incierta claridad que segregan las velas o las lámparas de aceite, ese latido de la noche que son los parpadeos de la llama perderían seguramente buena parte de su fascinación….los rayos de luz, como delgados hilos de agua que corren sobre las esteras para formar una superficie estancada…tejiendo sobre la trama de la noche un damasco hecho con dibujos dorados.

Se dice que los amantes del té, al oír el ruido del agua hirviendo, que a ellos les evoca el viento en los pinos, experimentan un arrebato parecido tal vez al que yo siento.

Se ha dicho que la cocina japonesa no se come sino que se mira; en un caso así me atrevería a añadir: se mira ¡pero además se piensa!. Tal es, en efecto, el resultado de la silenciosa armonía entre el brillo de las velas que parpadean en la sombra y el reflejo de las lacas.

...Uno se da cuenta, de que nuestra cocina armoniza con la sombra, de que entre ella y la oscuridad existen lazos indestructibles.

Acerca de la oscuridad en las casas japonesas…el japonés, que también hubiera preferido una vivienda clara a una vivienda oscura, se ha visto obligado a hacer de la necesidad virtud. 

Pero eso que generalmente se llama bello no es más que una sublimación de las realidades de la vida, y así fue como nuestros antepasados, obligados a residir, lo quisieran o no, en viviendas oscuras, descubrieron un día lo bello en el seno de la sombra, y no tardaron en utilizar la sombra para obtener efectos estéticos.

Cuando los occidentales hablan de “los misterios de Oriente”, es muy posible que con ello se refieran a esa calma algo inquietante que genera la sombra cuando posee esta cualidad.

…la magia de la sombra, ahí es donde nuestros antepasados han demostrado ser geniales: a ese universo de sombras, que ha sido deliberadamente creado delimitando un nuevo espacio rigurosamente vacío, han sabido conferirle una cualidad estética superior…


Algunos dirán que la falaz belleza creada por la penumbra no es la belleza auténtica. No obstante como decía anteriormente, nosotros los orientales creamos belleza haciendo nacer sombras en lugares que en sí mismo son insignificantes.



Nuestro pensamiento, en definitiva procede análogamente: creo que lo bello no es una sustancia en sí sino tan solo un dibujo de sombras, un juego de claroscuros producido por la yuxtaposición de diferentes sustancias. Así como una piedra fosforescente, colocada en la oscuridad emite una radiación y expuesta a plena luz pierde toda su fascinación de joya preciosa. De igual manera la belleza pierde su existencia si se le suprimen los efectos de la sombra.

…resulta evidente que nuestra propia imaginación se mueve entre tinieblas negras como la laca, mientras que los occidentales atribuyen incluso a sus espectros la limpidez del cristal…En sus viviendas evitan cuando pueden los recovecos y blanquean techos y paredes. Incluso cuando diseñan sus jardines, donde nosotros colocaríamos bosquecillos umbríos, ellos despliegan amplias extensiones de césped.

Los Occidentales, siempre al acecho del progreso, se agitan sin cesar persiguiendo una condición mejor a la actual…han acabado con el menor resquicio, con el último refugio de la sombra.


 …. Detrás de ese biombo que delimitaba un espacio luminoso de dos esteras aproximadamente, caía, como suspendida del techo una profunda oscuridad, densa y de color uniforme, sobre la que rebotaba, como sobre un muro negro, la luz indecisa del candelabro, incapaz de reducir su espesura. ¿Ha visto usted alguna vez, lector, “el color de las tinieblas a la luz de una llama”. 

Están hechas de una materia diferente a las de las tinieblas de la noche en un camino y, si me atrevo a hacer una comparación, parecen estar formadas de corpúsculos como de una ceniza tenue, cuyas parcelas resplandecieran con todos los colores del arco iris. Me pareció que iban a meterse en mis ojos y, a pesar mío, parpadeé.

…las quejas de las señoras inglesas de edad; cuando ellas eran jóvenes, estaban acostumbradas a tratar con respeto a las personas mayores, pero las jóvenes de hoy en día la ignoran, incluso evitan acercarse a ellas, como si la vejez fuera una tara algo repugnante; se quejan, en una palabra, de que los jóvenes de ahora se comportan de una manera muy diferente a los de antes…que el ayer era preferible al hoy.
Los viejos de hace cien años lamentaban los tiempos de hace dos siglos, y los viejos de hace doscientos años suspiraban por los de hace tres siglos; nada nos autoriza a creer que algún viejo haya manifestado estar contento con el estado de cosas de su época.




(Acerca del sushi)…hay que admitir que actualmente el gusto de los aldeanos es infinitamente más acertado que el de los citadinos y, en cierto sentido, hay ahí un lujo que nosotros ni siquiera podemos ya imaginar.

Cosas de viejos, siempre chocheando, pensarán ustedes; pues bien, no creo que sea exactamente así; hace poco, el cronista del Asahi de Osaka, que firma Tensei-jingo-shi (voz del cielo, palabras humanas), se metía con los funcionarios del gobierno civil que para construir una carretera hacia el parque de Mino talaban a tontas y a locas los bosques y nivelaban las colinas; cuando leí aquello, sentí confirmadas mis palabras. Destruir hasta la sombra de los sotos al fondo de la montaña es demasiado y además una empresa estúpida. …con el pretexto de hacer más accesibles a las multitudes los emplazamientos artísticos ilustres...



…me gustaría resucitar, al menos en el ámbito de la literatura, ese universo de sombras que estamos disipando…Me gustaría ampliar el alero de ese edificio llamado “literatura”, oscurecer sus paredes. Hundir en la sombra lo que resulta demasiado visible y despojar su interior de cualquier adorno superfluo.
No pretendo que haya que hacer lo mismo en todas las casas. Pero no estaría mal, creo yo, que quedase aunque sólo fuese una de ese tipo. Y para ver cuál puede ser el resultado, voy a apagar mi lámpara eléctrica.

Fin (del principio pienso yo?....)

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Traducción Julia Escobar

Editorial Siruela






1 comentario:

  1. Maravilloso. inspirador. El equilibrio entre la luz y la sombra nos brindan las emociones mas profundas. Gracias, mil gracias

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