La silente Tokio
Ordenada, rigurosa, amable y estricta.
Impoluta.
Cordial. Sonriente y exquisita.
Cuidada, limpia, obediente hasta lo impensado.
Fácil y distinta.
Diferente en sus gustos.
Occidentalizadamente oriental.
Lista, risueña.
Siestera en sus viajes en bus y metro.
Reservada.
Yendo a ver la torre del Centro de Prensa y Difusión Shizuoka proyectada por el arquitecto Kenzo Tange (1967) metabolismo mediante, me olvide
-as usual- el teléfono en el taxi.
-as usual- el teléfono en el taxi.
Los recepcionistas de la torre llamaron a la compañía de taxis (suelo perder muchas cosas y por eso guardo -sin perder- los tickets) como iba para largo, me trajeron una silla y una bebida.
El taxista con mi teléfono fue a mi hotel, se negó a aceptar ningún pago, por ser su “servicio al pasajero” le agradecí mucho y me dio – nos dimos- un abrazo.
La recepcionista del hotel no se sorprendió.
Ahora entiendo un poco más la disposición de las mesas en el Centro Nacional de Arte de Tokyo del arquitcto Kisho Kurokawa (1934-2007) mucho después de su Nakagin Capsule Tower (obra medular del movimiento metabolista y hoy abandonada).
14.000 m2 en el barrio de Roppongi, que tiene de vecinos al museo Suntory (del arq. Kengo Kuma) y el museo Mori.
El ruido no es lo único que nos avisa que algo se mueve, el silencio también.
O más.
por Hugo A. Kliczkowski Juritz
Marzo 2018
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