viernes, 29 de mayo de 2020

El barrio de la Guindalera en Madrid. 1890


“…se planteaba una ciudad “planificada, antes que improvisada”, el planteo era que sectores obreros y cases acomodadas, pudieran vivir “en proximidad”, compartiendo las ventajas del campo, de la ciudad, una ciudad “higiénica”.

La ciudad que ya no existe
Colonia Madrid Moderno
Barrio la Guindalera



Cuando la utopía de un modernismo casi extravagante, de un estilo mudéjar, con sus  azulejos, se presentan a un Madrid, que se desespereza de su rítmica, armoniosa y cadenciosa arquitectura, ocurre la historia que contaré, y de la que aún quedan hermosos vestigios y se intuyen desapariciones forzosas.

Había una vez…

Estamos en 1890, y el abogado, empresario y político, Mariano Santos Pinela, decide edificar en unos terrenos de su propiedad cercanos a las Ventas al este de la ciudad,  y “alejados” del Madrid de finales del ´19, unas segundas residencias y pequeños hoteles para fines de semana y vacaciones.



La idea fue inspirada por el arquitecto Mariano Belmás Estrada (1850 – 1916), estrecho colaborador de Arturo Soria, con quien compartía la filosofía de incentivar una síntesis de clases sociales en barrios caracterizados por la vivienda unifamiliar, aplicando las visiones higienistas e industriales de la época.


Como suele ocurrir, cuando hay detractores, y no se formalizan las licencias en tiempo y forma, las obras fueron paralizadas al año de comenzadas, se habían terminado 45 hotelitos y 32 estaban en distintas etapas de construcción.

Al parecer, la relación de amistad de Santos Pinela con el Partido Liberal en el poder, al que perteneció, le permitió comenzar la construcción sin tener todavía las preceptivas licencias. 

El cambio de gobierno que dio paso a los Conservadores supuso que el Ayuntamiento de Madrid le negase las licencias y paralizase las obras.

En el proceso, Santos Pinela aducía que las obras se realizaban dentro de una de sus propiedades, pero el tamaño del proyecto era de tal magnitud que no contó con el consentimiento tácito del Ayuntamiento. Llevó más de dos años de recursos administrativos, resolver el espinoso tema.

Originalmente quien lleva adelante estos proyectos, es el socio de Santos Pinela su socio el arquitecto Julián Marín, quien más tarde se retira.

Es Francisco Navacerrada Sánchez quien se ocupa de pagar las  multas del Ayuntamiento, legalizando lo construido, compra todo lo edificado durante la primera fase y ordena terminar las obras nombrando para tal fin al maestro de obras Mauricio Martinez Calonge quien llega a completar casi un centenar de hotelitos adosados.


Aunque la firma de planos es de Martínez Calonge parece evidente la mano e influencia de Belmás Estrada.


Francisco Navacerrada añadió una zona de ocio a la colonia denominada Parque Rusia, que completó esta segunda etapa finalizada en 1895. 
Se continuó construyendo chalés en la zona hasta 1930, diseñados por Valentín Roca Carbonell.
El Madrid Moderno se encuentra delimitado por las calles Cardenal Belluga, Roma, Avenida de los Toreros, Cartagena, Francisco Navacerrada, Campanario, Ruiz Perello en La Guindalera. 

A unos pasos de la madrileña plaza de toros de Las Ventas (Ventas del Espíritu Santo) intercalados entre tradicionales y prosaicos edificios de pisos, estos “hotelitos” desentonan con la arquitectura anodina…de sus vecinos.


Ciudad Lineal
Se lo llamó Madrid Moderno o Colonia Madrid Moderno, por ser una sucesión de chaléts adosados, un antecedente en menor escala de la Ciudad Lineal.


La Ciudad Lineal, fue un modelo de organizar la ciudad, en la idea de “a cada familia una casa en cada casa una huerta y un jardín”, planteado por el urbanista, geómetra Arturo Soria, se presenta como una idea para descongestionar las ciudades y recuperar un urbanismo más humano. Era teósofo (adhería a la teoría religiosa de una sabiduría sin edad, y el conocimiento de la verdadera realidad).

En esencia se trataba de una ciudad alargada construida a ambos lados de una calle o avenida central de 40 metros de ancho, con viviendas a los lados. Los planos de la época muestran las manzanas extendiéndose a 200 metros a cada lado de la avenida central, separada con 100 metros de bosque de los campos de cultivo. Su objetivo, tan utópico que fue irrealizable, era circunvalar Madrid, uniendo en forma progresiva diferentes núcleos urbanos por medio de una avenida principal con parcelas urbanizadas a ambos costados.
En ambos casos, se planteaba una ciudad “planificada, antes que improvisada”, el planteo era que sectores obreros y cases acomodadas, pudieran vivir “en proximidad”, compartiendo las ventajas del campo, de la ciudad, una ciudad “higiénica”.

Casa de las bolas





La primera etapa la diseñó Julián Marón entre 1890 y 1892 en estilo neo mudéjar. Ladrillos en dos colores y decoración con cerámicas. En las esquinas de las calles se situaron torreones circulares, actualmente solo queda el de la calle Castelar y Cardenal Belluga.

Estos torreones (eran), son, muy similares al de la “casa de las Bolas” ubicadas en Madrid, en las calles Alcalá, Goya y Calle del General Díaz Porlier, en el barrio de Salamanca en Madrid, realizadas por el mismo arquitecto en entre 1885 y 1895.


Casa de las Bolas
Fue ampliado y reformado entre 1905 a 1906. por Luis Sainz de los Terreros Gómez (1876 – 1936 autor de dos edificios emblemáticos en Madrid, en 1924 del Círculo de la Unión Mercantil e Industrial sobe la Gran Vía y en 1928 del Edificio La Adriática sobre la Plaza del Callao).

Círculo de la Unión Mercantil e Industrial
Edificio La Adriática
Todo el conjunto se rehabilitó entre 1985 y 1991 por los arquitectos Leopoldo Marcos Mayor y Francisco Jurado Jiménez.

Se trata de un grupo de varios bloques de viviendas levantadas sobre una parcela triangular, con singulares torreones circulares de los ángulos de la calle de Alcalá, de estilo neo mudéjar. Ambos torreones tienen motivos decorativos diferentes, aunque los dos están inspirados en el estilo de la vieja vecina plaza de toros de la calle Goya, hoy desaparecida (clausurada en 1931 cuando se inauguró la plaza de toros de las Ventas), y que estaba situada donde se sitúa actualmente el Palacio de los Deportes.

Los torreones se construyeron de ladrillo de varios colores, azulejos policromados y tramos de herradura. Destacan unas esferas plateadas e incrustadas que le dan el nombre de Casa de las Bolas. ​



Las etapas de Madrid Moderno

La colonia Madrid Moderno se dividió en tres etapas.

Una primera etapa de viviendas unifamiliares en hilera de estilo neo mudéjar, con ladrillos en dos colores y decoración cerámica, edificadas por Julián Marin entre 1890 y 1892.

En las esquinas se situaron torreones circulares de estilo neo mudejar, aunque actualmente solo queda el de la calle Castelar y Cardenal Belluga, estos torreones eran muy similares como hemos mencionado al de la casa de las Bolas, esquina Alcalá con  Goya obra del mismo arquitecto.

La segunda etapa es llevada a cabo por Mauricio Martínez Calonge entre 1892 y 1901, continuó lo hecho anteriormente. 

En esta fase se añade al barrio una zona de ocio, el Parque Rusia con salón neo árabe e incluso una montaña rusa.

Es en la tercera etapa donde Valentín Roca y Carbonell (1863 – 1937) autor de la llamada Manzana Roca, en pleno barrio de los Austrias con una concentración de obras modernistas - dota a los chalecitos de elementos modernistas, paneles decorativos con elementos vegetales y vistosos chapiteles que coronan los miradores.

En todas las etapas, se mantuvo el mismo espíritu, se pasó de la madera al hierro y de los detalles neo mudéjares a los modernistas pero conservando la estructura del hotelito retranqueado con mirador adelantado, participaron otros arquitectos, como Santiago Castellanos Urizer (autor del Hospital del Niño Jesús, junto a Francisco Jareño y Alarcón), Carlos de Luque López (diseñó la Villa Diego en la Colonia, y fue uno de los primeros introductores del modernismo en Madrid), Pedro Muguruza (1893 – 1952, autor del Palacio de Prensa de Madrid, considerado arquitecto de cabecera de Francisco Franco).

Hubo una última etapa, en la nefasta década de los setenta, donde la de la desidia, la fuerte presión especulativa y sobre todo el descuido del Ayuntamiento han permitido la destrucción de los hotelitos para construir impersonales bloques de viviendas, la ausencia de protección sobre estos edificios singulares así como una restauración parecida a una desfiguración mal intencionada y peor diseñada, es lo que en definitiva provocó la visible pérdida de identidad.

Ni sus forjados, o su estilo modernista, han sido suficientes argumentos para mantener en pie aquel utópico planteamiento urbanístico.



Características de los proyectos

Los “hotelitos” respondían a un modelo que repetía el esquema característico de chalé de dos plantas en “L” construidas en ladrillo, con un mirador que sobresale de la fachada principal, un sótano y un patio interior. 

Estaban retranqueadas con respecto a la calle, lo que permitía un mínimo jardín previo a la entrada, lo más característico era su mirador, una galería central acristalado y de madera que a modo de soportal apoyado en columnas de hierro torneado protegía la entrada a la casa.

El estilo modernista lo proporcionaban las columnas de hierro y los forjados de ladrillo visto bicolor con azulejos decorativos, con detalles neo mudéjares.


Los distintos arquitectos que intervinieron, añadieron detalles decorativos ofreciendo una interesante variación al diseño original, en todos los casos mantuvieron los miradores por encima de la puerta de ingreso a las viviendas.,

Estilo neo mudéjar
El neomudéjar fue un estilo artístico y arquitectónico desarrollado principalmente en la península Ibérica a finales del siglo XIX y principios del XX.
El nuevo estilo se asoció especialmente a construcciones de carácter festivo y de ocio, como salones de fumar, casinos, estaciones de tren, plazas de toros o saunas.

Antiguas Escuelas Aguirre, actualmente Casa Árabe
En España este estilo fue reivindicado como estilo nacional, por estar basado en un estilo propiamente hispánico.
Arquitectos como Emilio Rodríguez Ayuso (1846 – 1891) autor en Madrid de las antiguas escuelas Aguirre – actual Casa Árabe-  o Agustín Ortiz de Villajos (1829 – 1902) autor en Madrid del Teatro de la Comedia y de la Princesa, vieron en el arte mudéjar un acento español y empezaron a diseñar edificios utilizando rasgos del antiguo estilo, con formas abstractas de ladrillo y arcos de herradura.

Al tradicional estilo neo árabe, con califales (usado por los árabes en los siglos VII a X), almohades (utiliza el ladrillo, el yeso, la argamasa y madera, principalmente siglos XII y XIII) y nazaríes o arte granadino (siglos XIII a XV la obra que mejor lo representa es la Alhambra, se le ha agregado el uso del ladrillo visto.

Proyecto
La línea de tranvías Goya-Madrid Moderno-Ventas recorría esta colonia modernista, y la conectaba con el centro de la ciudad.

El barrio de la Guindalera, era en aquel Madrid de finales del siglo XIX y principios del XX el extrarradio, donde podía darse forma a un proyecto utópico: ofrecer viviendas amplias, de dos pisos, sótano, jardín y patio, a precios económicos. 

Y en las que, además, hubiera agua, alcantarillado, gas, la luz eléctrica solo en el alumbrado público.


La idea era promover la integración social mediante viviendas baratas pero, siguiendo la concepción urbanística de Arturo Soria, en las que no faltase el jardín y la zona de esparcimiento. Las primeras casas comenzaron a construirse sin licencia, con el permiso del Partido Liberal, en el gobierno en aquel momento.

Una autorización implícita que no renovó el Partido Conservador cuando llegó al poder por lo que, cuando ya decenas de ellas estaban levantadas y había aún más en obras, el proyecto se paralizó.


Tras varios años de litigios, un nuevo contratista – Francisco Navacerrada – se hizo cargo del proyecto y, tras legalizarlo, continuó su expansión.

Apoyos y de los otros


Uno de sus más famosos detractores fue el escritor y periodista José Martínez Ruíz, más conocido como Azorín, quien describe estos llamados “hoteles diminutos” del Madrid Moderno “a la izquierda de la Plaza de Toros” como un “pintarrajeado conjunto de muros chafarrinados en viras rojas y amarillentas, balaustradas con jarrones, cristales azules y verdes, cupulillas, sórdidas ventanas, techumbres encarnadas y negras”.

No se detiene ahí, sigue: “todo chillón, pequeño, presuntuoso, procaz, frágil, de un mal gusto agresivo, de una vanidad cacareante, propia de un pueblo de tenderos y burócratas”.

En Resumen de Arquitectura Nº 3 de Marzo de 1901, el arquitecto Luís María Cabello Lapiedra –autor del Palacio de la Moncloa, el Palacio del Marqués de Carralbo, etc.-, dijo en la misma línea que Azorin, que “el Madrid Moderno de pomposo nombre aparecía a la puerta de la Corte con sus casas mezquinas, aparatosas, mal construidas, en que la gente vive hacinada y sin higiene, y con cuya construcción de fincas, se había explotado la buena fe de los vecinos de Madrid”.

Además de Azorín y su crítica, había otras crónicas que entendía al barrio como “lindo e higiénico” podía considerarse “el más europeo de todos los barrios madrileños”.

El periodista Juan Valero de Tornos en su artículo “España en fin de siglo” dijo de ella en 1894 que se trataba de una barriada “de preciosas casitas, habitadas por numerosas personas, que por un módico precio habían llegado a ser propietarios de sus casas, rodeadas de jardín y formando uno de los puntos más bellos del ensanche.”


Refiriéndose a la primera etapa, de la calle Castelar, el cronista Pedro de Répide escribía en 1925:
La Calle Castelar es la primera calle de la barriada de hotelitos, denominada Madrid Moderno, construida en 1890 por Don Santos Pinela y el arquitecto Don Julián Marín. Antiguo republicano aquél, quiso honrar el nombre del famoso orador –denominando Castelar a la calle-, a cuyo lado había militado en política.

La designación fue particular "sin recayese ni haya recaído sobre ella acuerdo municipal”.

“Los hotelitos de esta calle, construidos según un patrón uniforme, revelador de un estilo un tanto chocarrero del arquitecto Marín, fueron muy útiles para mejorar la cuestión de la vivienda, pues vendiéndose a precios hoy día irrisorios, cinco mil y diez mil pesetas, daban a cada familia una residencia amplia y desahogada". 

"De no haberse limitado a cuatro calles aquella barriada, sino haberse extendido grandemente, el vecindario madrileño habría ido conociendo las ventajas de la casa independiente sobre el antipático sistema de las fincas alquiladas por pisos".


"A pesar de lo que se ha elevado el precio de la construcción, sería conveniente edificar nuevos barrios de esa clase de viviendas en los terrenos libres que quedan en lugares como entre la calle Francisco Silvela y el límite; desde la Avenida de Menéndez Pelayo al nuevo Paseo del Abroñigal; aledaños de los caminos de Chamartín; Cerro del Pimiento y ambos lados de los primeros tramos del Paseo de Ronda; entre la Bajada del Vado y la calle de Ataúlfo: Con la ventaja de que en estos dilatados espacios se construirían los hotelitos aislados, pues el gran inconveniente de los de Madrid Moderno es el de ser medianeros.”


Bibliografía


Carlos de Luque LópezVilla Diego, Archivo de la Villa, 1904.


Ed. M. Abella & Asociados, S.L. Madrid, 2010. Barrios de Madrid: Madrid Moderno. ABC 3 de septiembre de 1906.



 

Arquitectura y clases sociales en el Madrid del siglo XIX, Díez de Baldeón García, Clementina. Siglo XXI Editores. Madrid, 1986


La Ciudad Lineal de Arturo Soria, Comisión de Cultura, Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid.  Miguel Ángel Maure Rubio, 1991


Los ingenieros urbanistas en la España decimonónica, Espacio, tiempo y forma, Serie VII, Historia del arte. María Dolores Antigüedad del Castillo-Olivares, 1997. ISSN 1130-4715.


Las Calles de Madrid, Pedro de Répide. Ediciones La Librería. Madrid, 1997


Arquitectura de Madrid, Tomo II, Ensanches. Fundación COAM. Madrid, 2003



Madrid modernista, guía de arquitectura, Ricardo Muñoz Fajardo, Madrid 2008, ISBN 84-7360-222-6



Madrid Moderno, vestigio urbano del siglo XIX, Lo que queda de una barriada económica del extrarradio. Enrique F. Rojo Escobar. Ilustración de Madrid. Núm. 15. Primavera 2010












Arq. Hugo Alberto Kliczkowski Juritz
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3 comentarios:

  1. Muy interesante, es curioso que Madrid tuviera estas oportunidades de ser una urbe pensada y con gusto, europea...y acabe siendo un popurrí, mosaico de caprichos...

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